A nadie puede sorprender este movimiento, fue una de las promesas de campaña del presidente López Obrador; el avión presidencial se vende. Se cansa gansa, ese avión se vende.
La mañana del lunes 3 de diciembre, el comandante supremo de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos Mexicanos cumplió su promesa de vender uno de los aviones principales de la Fuerza Aérea Mexicana, un Boeing 787-8 acondicionado para proteger y transportar a la persona que encabeza el gobierno de la economía número 15 del mundo, nuestro amado México.
Pero, ¿por qué el Presidente decide deshacerse el principal avión de la Fuerza Aérea?
Durante su campaña presidencial, López Obrador pregonó, a diestra y siniestra, su plan de austeridad republicana; en sus propias palabras «nadie ganará más que el presidente», «no puede haber gobierno rico con pueblo pobre» y un sin fin de frases celebres. Dentro de este plan está deshacerse de los activos del gobierno, sin importar que sean valiosos para el desarrollo de las actividades de administración de nuestro país; por no mencionar el impacto que podría tener en política exterior.
El actual jefe del Poder Ejecutivo considera que el avión presidencial, que debe llevar y traer a salvo al Presidente de México, es un lujo innecesario para nuestro país, y resolvió enviarlo a una instalación de la empresa Boeing para ponerlo a la venta de inmediato. El costo de mantener en tierra, y bajo el mantenimiento indicado por el fabricante, no ha sido revelado.
Culturalmente, el Presidente es la figura que la sociedad utiliza como desahogo de todo lo que le suceda, y es culpado por cualquier cosa; López Obrador lo sabe muy bien y, utiliza la idea de que «el Presidente no es valioso» para validarse como alguien que está por encima del concepto de Presidente.
Pero, ¿por qué el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas decide darse un tiro en el pie?
López Obrador lleva más de doce años en campaña, por lo que es un experto en discursos de todo tipo; vender un activo tan llamativo y controversial como el avión presidencial, que fue comprado en la administración del ex Presidente Felipe Calderón, para usarlo a partir del sexenio de Enrique Peña Nieto, constituye un mensaje de rompimiento de los viejos esquemas de gobierno. Sin rodeos, el mensajes es «Se hace lo que yo diga (sin importar las consecuencias)». Don Andrés sigue en campaña.
Ante un panorama en donde Morena, la asociación religiosa con fines políticos que fundó el mismo AMLO, puede mantenerse en el poder por varios sexenios, les resulta urgente realizar acciones espectaculares que demuestren su músculo político y de gobierno; necesitan legitimarse lo más rápido posible, antes de que algún escándalo les explote en las manos, como dicta la tradición de cada Presidente de México.
¡Por cierto! Ese bello Boeing 787 no lo tiene ni Obama, porque Obama tenía un Boing 747-200B infinitamente más caro y fabuloso que el que el pueblo de México tenía para cuidar a su Presidente.